Los inmigrantes recién llegados dicen que desean encontrar trabajo y construir una vida estable para sus familias, pero los obstáculos que encuentran hacen que sea sumamente difícil salir adelante.

Por Abena Bediako, Roger Fierro, Sebstián Hidalgo y Erika Perez

Los becarios de Informes Ciudadanos de City Bureau y la reportera sénior Sarah Conway hablan con solicitantes de asilo en la Iglesia Bautista Misionera de Concordia el domingo 11 de febrero de 2024. (Foto: Eli Ramirez/City Bureau)

Están ansiosos por trabajar. Aportan una gran cantidad de destrezas y experiencia, incluso en educación superior, la banca, trabajos de construcción, diseño de ropa y mecánica.

No obstante, los inmigrantes recién llegados tienen dificultades para encontrar trabajo.

Al igual que otros inmigrantes antes que ellos, muchos trabajan como jornaleros o recurren a trabajos de un solo día. Dicen que el proceso para obtener un permiso de trabajo puede resultar turbio y requiere paciencia —sin garantía de que alguna vez sea aprobado.

Pero, como nos contaron más de una docena de inmigrantes recién llegados, obtener esa autorización y encontrar un trabajo es fundamental para establecerse en Chicago y alcanzar la seguridad económica.

Hasta entonces, muchos encuentran trabajo a través de una combinación de recomendaciones o esperando en sitios donde los contratistas emplean jornaleros. Cuando encuentran trabajo, hay ocasiones en las que les pagan muy por debajo del salario mínimo —o en ocasiones nada— y enfrentan amenazas e intimidación.

Los becarios de Informes Ciudadanos de City Bureau visitaron dos lugares en sendos barrios al sur de la ciudad para conectarse con inmigrantes recién llegados y aprender más sobre su búsqueda de trabajo.

Nota del editor: Las entrevistas han sido editadas y condensadas para mayor claridad.

To read this article in English, click here.

Traducción por Octavio López


Departamento de Arte de Chicago, Pilsen

A unas cuadras del refugio de emergencia más grande de la ciudad para inmigrantes recién llegados, un tramo de Halsted St., en Pilsen, está lleno de actividad. Los padres dejan a sus hijos en una escuela cercana del vecindario, mientras otros hacen recados o salen a buscar trabajo mientras van y vienen de su hogar temporal.

Andris Rodríguez, de 36 años, es venezolana. Rodríguez vive en el refugio de Pilsen, y sus dos hijos —un niño de 11 años y una niña de 6— asisten a una escuela cercana. Su hijo está anémico y a Rodríguez le preocupa su salud. Rodríguez tiene planes de mudarse a un departamento junto con su familia para finales de febrero.

¿Qué te haría sentir más cómoda en Chicago?

Encontrar un trabajo. Quiero poder mantener a mi familia aquí y en Venezuela. Mi madre depende de mí.

¿Cuál era tu profesión en Venezuela? 

Solía trabajar en un banco. Cuando mi trabajo ya no fue suficiente, vendía ropa de forma alterna con mi marido. Nos quedamos en Venezuela todo el tiempo que pudimos, pero llegó un punto en que tuvimos que vender nuestras pertenencias para venir a Estados Unidos.

¿Qué te gustaría decirle a las personas que quizá lean tu historia?

Que tengan empatía. No vinimos aquí para quitarles nada.

A mis hijos les ha resultado difícil adaptarse. Hay días en los que me culpo por todo lo que están pasando mis hijos. Quiero que entiendan que esto será bueno para nosotros en el futuro.


David Cegobia, de 30 años, es un obrero de la construcción venezolano. Cegobia vive actualmente en el refugio de Pilsen. Cegobia no califica para el Estatus de Protección Temporal (TPS), ya que llegó después de la fecha límite del 31 de julio establecida por el Departamento de Seguridad Nacional. Cegobia espera encontrar un trabajo que le permita mudarse del albergue. Cegobia ha podido trabajar sólo cuatro días desde que llegó a Chicago junto con su esposa y dos hijas.

¿Qué métodos utilizas para encontrar trabajo? 

Tomo el autobús y camino. Cada vez que veo trabajos de construcción, pregunto si están buscando a alguien. Solo he trabajado cuatro veces y me pagaron únicamente 25 dólares al día. Se aprovechan de nosotros porque somos inmigrantes.

Otros migrantes en el albergue me informan sobre posibles trabajos, pero [las empresas] no me contratan porque no tengo permiso. Mi esposa trabajó en un bar durante un fin de semana. En Venezuela trabajó como estilista de uñas. A veces espero fuera del refugio, porque algunos [empleadores] vienen buscando gente para trabajar.

¿Por qué decidiste emigrar a Estados Unidos? 

Vine aquí por un futuro mejor para mi familia. Mi salario en Venezuela no alcanzaba ni para [cubrir el costo de] un cartón de huevos. Pero tuve que dejar atrás a mi padre y a mis hermanos en Venezuela.

¿Por qué quieres trabajar?

Me gustaría trabajar porque quiero contratar un abogado que me ayude a solicitar asilo permanente. En el albergue hay gestores de casos, pero el proceso no está organizado. Estoy desesperado y la falta de ayuda me estresa.


Robert Araujo, de 30 años, es un mecánico venezolano y vive en el albergue de Pilsen con su esposa y su hijo de 7 años. Araujo fue aprobado para el TPS y cuenta con permiso de trabajo, y espera estudiar ingeniería mecánica.

¿Cómo consigues trabajo?

Algunos [recién llegados] dicen que no pueden trabajar hasta que tengan un permiso de trabajo. Pero si realmente quieres trabajar, harás cualquier cosa. En Denver trabajé con un mecánico mexicano durante un mes y ahorré para comprar mis herramientas y un automóvil. Encontré trabajo por mi cuenta publicando mis servicios en las redes sociales y conseguí trabajos de esa manera.

¿Qué te haría sentir más bienvenido?

Me gustaría tener un trabajo estable y tal vez comprar una casa. Pero no se puede estar seguro de un futuro aquí, porque mañana, si un juez o [funcionarios] de inmigración o el presidente lo deciden, nos pueden expulsar a todos.

¿Qué te gustaría que la gente sepa pero que no se reporta en las noticias?

Si la gente roba zapatos o chaquetas para venderlos, o por comida, es por necesidad. No es porque quieran hacerlo, sino por hambre. Si tuvieran permiso para trabajar, eso no estaría sucediendo. La gente quiere trabajar, pero no puede. Hay muchas formas de encontrar trabajo, y soluciones en lugar de robar, pero vas a hacer cualquier cosa por tus hijos. No ven otra opción.

Sebastián Hidalgo (izquierda), un becario de Informes Ciudadanos de City Bureau, habla con Dairi Liliana Granadillo en la Iglesia Bautista Misionera de Concordia el domingo 11 de febrero de 2024. (Foto: Eli Ramirez/City Bureau)

Iglesia Bautista Misionera de Concordia, en Woodlawn 

A principios de febrero, en la Iglesia Bautista Misionera de Concordia, los solicitantes de asilo se reunieron en el amplio santuario para el primer servicio dominical en español de la iglesia. Los bancos son de color azul brillante y marrón, y casi la mitad están llenos de primerizos que se alojan en un refugio cercano administrado por la ciudad dentro de la Escuela Autónoma de la Universidad de Chicago en 63rd St. Después del servicio, muchos se quedaron para recibir equipaje y ropa de invierno en la improvisada tienda gratuita de Concordia.


Freddy Manuel Palmar Palmar, de 25 años, es un futuro padre que busca empleo. El trabajo de sus sueños sería encontrar empleo en una fábrica de ropa en Chicago, ya que solía diseñar jeans en Colombia antes de venir a Chicago con su esposa, que está embarazada de 8 meses. Palmar se mudó recientemente a un departamento, y lo que más le preocupa es cómo pagar el alquiler de $1,400 sin un trabajo seguro o un permiso de trabajo, y con un bebé en camino.

¿En qué trabajas?

Un poco de todo ahora mismo. Un hombre me paga para que le arregle el coche y el garaje y le organice las cosas. Lo estoy ayudando con la construcción y demolición. Me resulta difícil encontrar un trabajo permanente o incluso un trabajo diurno. Fui al [estacionamiento] de un Home Depot durante siete días seguidos y ni siquiera conseguí un día [de trabajo].

¿Cuánto te pagan? 

Empecé con $100 por día por 10 o 12 horas de trabajo. Ahora recibo 80 dólares al día. No estoy seguro de cuánto me pagarán en el futuro. No puedo negociar porque soy demasiado fácil de reemplazar. Hay demasiada gente [que busca trabajo fuera de] Home Depot como para decir: "Jefe, $80 es muy poco para este trabajo".

¿Puedes describir tu proceso de búsqueda de empleo?

Normalmente llego a Home Depot a las 6 am. Espero que alguien venga y me ofrezca un trabajo. Si tengo la suerte de conseguir trabajo, trabajaré ese día.

¿Cuánto es lo más que te han pagado?

El máximo que he recibido es $120 por día, lo cual es bueno para mí, pero he sido como una abeja obrera. Otras veces, trabajo largas jornadas y sólo gano $50.

¿Cómo era el ambiente laboral en estos trabajos?

Hay gente buena allí. A veces consigo comida. Hubo una situación en la que un ecuatoriano quería que descargara una estiba de concreto de su camión y trabajé con otra persona colando cemento. Pasé mucho tiempo trabajando allí y al final del día sólo recibí 50 dólares. Trabajé de las 7:30 am a las 5 pm y terminé llorando. Se sintió como un abuso.

¿Alguna vez te han amenazado cuando trabajas como jornalero? 

Hubo una ocasión en que un tipo quería que descargara unas cosas de su camión, pero estaba de mal humor y tuve la sensación de que las cosas no le iban bien a este tipo. Luego se enojó y me echó del auto y me hizo una señal con las manos amenazando con dispararme. No quería volver al auto, así que el tipo me dejó allí.

¿Cuál sería tu trabajo ideal aquí?

Estuve cuatro años en Colombia trabajando para una empresa de diseño de jeans. Sé mucho sobre pantalones y me encantaría trabajar en eso. Sé trabajar con todas las máquinas.


Jhovany Jiménez, de 42 años, es un profesor de biología venezolano. Se fue porque enfrentó persecución política por participar en protestas luego de notar corrupción en los programas universitarios que dirigía. Trabajó en su propia solicitud de asilo y recientemente fue aprobada. Vive en el refugio de Woodlawn con su hermano.

¿Quién te ha ayudado durante tu estancia en Chicago?

Recibí beneficios de vivienda del programa de Caridades Católicas y encontré un departamento. Quiero poder ser independiente y salir del refugio y estoy en proceso de mudanza. Encontré muebles y electrodomésticos gratis a través de la iglesia y chats grupales. Centro Romero me ayudó a solicitar mi permiso de trabajo en julio.

¿Cómo has estado buscando trabajo?

Tengo un permiso de trabajo desde agosto. Quiero trabajar para poder contribuir a la nación, a la ciudad. Hace poco conocí a un concejal y le escribí una carta para hacerle saber que, según mis antecedentes, podía participar en el desarrollo de la ciudad. Todavía no he recibido respuesta de su oficina.

¿Qué tipo de trabajo quieres hacer?

Tengo tres títulos en ciencias naturales, un posgrado en planificación y evaluación de la educación y una maestría en educación. Quiero trabajar en el desarrollo curricular o en la educación más que nada. Tengo experiencia como voluntario en refugios, lo cual me gusta porque tengo un origen social. También estoy apto para trabajar con las mismas agencias que ayudan a los inmigrantes, ya que puedo ayudar con los formularios de inmigración.

¿Has podido encontrar trabajos secundarios?

¿Jalé? Por supuesto que uno encuentra la manera. Fui a Home Depot y encontré algunos trabajos pintando, haciendo demoliciones y mudanzas. También he llevado a personas a lugares. Pude comprarme un auto ahorrando poco a poco. Solía recorrer la ciudad a pie, pero se me ampollaban los pies por lo mucho que caminaba. Primero compré una bicicleta, lo que me facilitó desplazarme [al trabajo], y ahora tengo una camioneta.

Las familias de solicitantes de asilo recién llegados asistieron a un servicio dominical en español en la Iglesia Bautista Misionera de Concordia en Woodlawn el 11 de febrero de 2024. (Foto: Eli Ramirez/City Bureau)

Alberto Pinto Jaikher, de 34 años, es un ex docente y propietario de una microempresa en Venezuela. El futuro padre llegó a Chicago en enero con su pareja Sheila Rondón, de 20 años, porque Jaikher tiene un hermano en la ciudad. La pareja vive en el refugio de la Escuela Autónoma de la Universidad de Chicago en Woodlawn. 

¿Cuándo llegaron a Chicago?

Alberto Pinto Jaikher: Llegamos a Chicago el 8 de enero, pero llegamos a Estados Unidos el 2 de enero.

Por ahora no hemos participado en el proceso legal porque no llegamos antes. Cuando entramos a [Chicago], no teníamos beneficios y no sabíamos cómo conseguir un permiso de trabajo. Me dijeron que primero teníamos que solicitar asilo político. Pero ahora mismo estamos en el refugio esperando que el gobierno nos ayude con eso.

Vine aquí a trabajar, a esforzarnos y adquirir cosas para nosotros mismos. Por eso creo que la mayoría de la gente quiere un permiso de trabajo. Hay muchas personas en otro refugio que están recibiendo eso. En realidad, en este refugio hemos recibido muy poco. 

¿Has recibido algún beneficio para el bebé?

Sheila Rondón: Me proporcionaron algunas citas para el dentista y una ecografía. Y me dieron cita para mi fecha de parto.

APJ: Pero ahora lo único que pedimos es ayuda. No ayuda con dinero; sino ayuda con los papeles. Como, "Aquí tienes tu permiso para trabajar y aquí tienes un trabajo". Cuando llegué aquí por primera vez, alguien me estafó. Fui a trabajar unos días paleando nieve cerca de Casa Esperanza, [un refugio en el sur de Chicago]. Y al segundo día me dijeron: “No te vamos a pagar”. Pasé toda la noche y toda la mañana paleando. Cuando lo llamé me dijo que no, que era una cuestión legal. No nos pagaron. 

En Illinois, los contratos orales son tan vinculantes como los contratos escritos. ¿Sabes si a alguien más le pasó esto?

APJ: Cerca de Casa Esperanza, sí. Otros tres que trabajaron con la misma persona. No sabría decirte dónde estábamos ni la dirección, porque nos reclutó en el refugio y nos llevó a esparcir sal y palear nieve. Aquí todas las casas parecen iguales. Trabajamos toda la noche y él quería que trabajáramos más de 15 días. 

¿Qué es lo que esperan al estar aquí en Chicago?

APJ: La verdad, como dicen, es construir una vida. Nosotros vinimos aquí con un plan diferente: trabajar y pues, ya ves, ella está embarazada... Esa es toda una vida aquí. Y queremos vivir y tener un trabajo estable. 

SR: No sabemos si [ese sueño americano] es verdad o mentira. Para ser honesta, eso es lo que queremos saber. 


Apoye el programa de Becas de Informes Ciudadanos de City Bureau convirtiéndose hoy en donante recurrente.